domingo, 5 de marzo de 2017

Cobertura del Americana. Festival de Cine Independiente Norteamericano de Barcelona 2017 (1ª parte)


Un año más, el cuarto ya, nos acercamos al Americana, Festival de cinema independent Nord-Americà de Barcelona, dirigido por dos colegas, Xavi Lezcano y Josep Machado y donde forman parte del equipo dos amigos, David Amorós y Sandra Mantas. Nostros, como no puede ser de otra manera, nos acercamos una vez más para disfrutar del mejor cine Indie y de la cuidada selección de sus programadores. Sin más, vamos al grano con lo que más os interesa, el repaso a lo visto, que por su extensión (11 películas) irá en dos partes.

DONALD CRIED de Kris Avedisian


La inauguración de un festival, soy de la opinión, que siempre tiene que ser una película accesible a todo tipo de público. Jugársela con una propuesta muy autoral puede ser contraproducente ya que la inauguración no deja de ser, para muchos espectadores, la carta de presentación para saber si quieren bucear en el resto de programación de dicho festival. En este caso particular del Americana Film Fest creo que la elección ha sido muy acertada, ya que Donald Cried, la opera prima de Kristopher Avedisian, cumple este requisito. Comedia de choque, ya sea de personalidades, de modo de vida o de sensibilidad para ver y enfrentarse a la vida. Dos personajes opuestos, que en su momento fueron amigos inseparables, pero que la vida ha hecho avanzar de maneras distintas. Uno de ellos, Peter, es un hombre de éxito que trabaja en Wall Street y vuelve a su pueblo natal después de 15 años. Por otro lado tenemos a Donald (interpretado por el mismo director), que sigue viviendo en su hogar de siempre, ese pueblo trabajador lejos de las grandes y monumentales urbes. El reencuentro provoca todo tipo de situaciones divertidas y absurdas, aunque también deja un poso de cómo la vida nos cambia sin darnos cuenta. Peter ha madurado, ahora es un trabajador respetado, aunque su vida personal no está al mismo nivel. Donald da la sensación de no haber evolucionado, sigue estancado en su juventud, en su misma casa, su misma habitación y sus mismos hobbies. Esto provoca más de un conflicto entre ellos, sobre todo por la capacidad de Donald de no callar nada de lo que piensa, de no tener ningún tipo de filtro. Todo esto nos lleva a una sucesión de situaciones tan divertidas como esperpénticas, donde poco a poco cada vez las diferencias entre los dos amigos son menores y donde no sabes quien a ido a mejor, el que en teoría ha madurado o el que ha seguido fiel a su personalidad.

GOAT de Andrew Neel


El mundo/universo de las fraternidades americanas siempre ha despertado mucha curiosidad entre el público, sobre todo en el no estadounidense, ya que es un territorio alejado al nuestro, que aunque podamos tener estos grupos en nuestras universidades, son mundos completamente diferentes. El director Andrew Neel nos introduce en una espiral de violencia, humillación y sin sentido que se vive en las iniciaciones de dichas hermandades. Para ello no escatima en mostrarnos de forma cruel y despiadada como funciona dicha selección, consiguiendo en el espectador esa sensación de incomodidad permanente. Cuando uno ve desde afuera estas situaciones, le cuesta entender como pueden pasar dichas cosas y como algunas personas, para poder ser aceptadas en esas hermandades, donde en teoría, serán protegidos y apoyados por todos sus miembros, son capaces de dejarse humillar hasta tal punto. Y digo en teoría, porque como bien se muestra en la película, el “amor” de todos sus miembros por sus compañeros, es algo solo aplicable mientras el borrego siga al resto del rebaño sin preguntar como o porque, si eres capaz de poner en duda algo de su centenario cumplimiento pasas a ser el enemigo. Vamos, un amor muy voluble e interesado. En esto que nos muestra es en lo que acierta Neel, ya no tanto en su recreación en esa humillación, si no en esa doble moral que tienen las hermandades. Tampoco puedo, ni debo, olvidarme de las grandes interpretaciones de su reparto principal, Ben Schnetzer y Nick Jonas, ni tampoco de la aparición estelar de James Franco, que a pesar de formar parte del star system americano sigue apoyando a este cine independiente.

THE 4TH de Andre Hyland


Andre Hyland nos presenta en su primera película, una obra de esas tan jugosas que nos gusta disfrutar en muchos momentos, una obra pequeñita, sin casi medios pero que tira de talento e ingenio. The 4th intenta mostrarnos como puede ser de complicado uno de esos días en los que parece que te has levantado con el pie izquierdo, donde si algo puede ir a peor lo hará. En este contexto nos encontramos con situaciones divertidas (si no te toca sufrirlas) y personajes de lo más estrafalarios. Eso si, todo llevado demasiado al extremo, convirtiendo las situaciones muchas veces en demasiado increíbles. Aún así, esa ligereza de la propuesta y algunos momento de lo más desternillantes convierten la propuesta de Hyland en un producto fresco, ligero y de desconexión externa muy necesaria y consigue que disfrutemos con los problemas y las extravagantes situaciones que le toca vivir a Jamie, su protagonista.

LIFE, ANIMATED de Roger Ross Williams


Cuando uno se enfrenta a un documental de las características de Life Animated, suele estar un poco a la expectativa de cómo el director habrá enfocado la historia, ya que cuando se tratan temas sobre enfermedades suele caerse en el intento de manipulación emocional, sin darse cuenta que en estos casos no hace falta, porque los temas en si ya son bastante duros y emocionantes para no tener que remarcarnos las cosas. Y eso es lo bueno que consigue Roger Ross Williams en este documental que ha estado entro los cinco finalistas al mejor documental en la última edición de los Oscar. El director nos muestra como Owen Suskind se tuvo que enfrentar al autismo desde los tres años y la reacción de sus padres y hermano al nuevo mundo que les venia encima. Lo que más me gusta de la película es ver como afrontan ese problema los progenitores de Owen, que a pesar de lo doloroso de la situación, se dan cuenta de que algún día ellos no estarán y hacen todo lo posible para dar libertad al chico de aprender a valerse por si mismo. También me gusta como lo afronta el hermano, que a pesar de su juventud, solo tres años mayor que Owen, ya es consciente de que en pocos años tendrá que hacerse cargo de su hermano y como, a pesar de ver sus dificultades, lo acepta por ese amor incondicional a su consanguíneo. No me olvido de la relación que tuvieron las películas animadas de Walt Disney en la favorable evolución de un Owen niño a la hora de poder abrirse un poco a sus seres más cercanos, regalándonos mi escena favorita del documental, cuando los actores que prestan la voz a dos de los personajes principales de Aladdin, hacen una visita especial al club Disney creado por Owen en su universidad.

WIENER-DOG de Todd Solondz


La nueva obra de Todd Solondz llega al Americana como uno de sus platos fuertes, quizás no tanto por la propuesta en si, como por el nombre de su director, uno de los más respetados e influyentes del cine indie americano. Reconozco no ser muy fan de Solondz, ya que tanto su obra cumbre Happiness, como su anterior película Dark Horse, me parecen muy sobrevalorada la primera y aburrida la segunda. Así que me siento en la sala con un poco de reticencia pero con la mente lo más abierta y limpia posible. En este caso me encuentro con una sucesión de divertidos gags, es verdad que algunos más que otros, pero divertidos en general, donde consigue hacernos reír y disfrutar con su visionado. Pero es verdad que si la analizamos más fríamente se queda en unos cuantos chistes puestos uno detrás de otro con el nexo de unión que es el perro salchicha que da nombre a la película, siendo esta su única fuerza ya que su estructura narrativa es casi nula. Solondz hace un “La hora de José Mota” a la americana, resultando atractiva en algunos momentos, pero vacua y repetitiva en su conjunto. Como en el caso de Donald Cried, su mejor baza vuelve a ser esa falta de filtro que tienen algunos de sus personajes a la hora de relacionarse con los demás.

CHRISTINE de Antonio Campos


La nueva película del reputado director Antonio Campos, al menos en el mundo del cine independiente, es una convencional propuesta donde vemos las motivaciones que llevan a Christine, una enorme Rebecca Hall en el que es sin duda el mejor papel de su carrera, a un desenlace de lo más impactante. Cuando digo convencional no lo digo de manera despectiva, ya que tener una narrativa convencional no tiene que ser sinónimo de algo malo, lo digo por su estructura y su enfoque general. Quizás el hecho de llegar al festival como una de las mejores películas y más reconocidas el hype era demasiado alto y aunque debo decir que me parece una propuesta honesta, potente en algunos momentos y con uno de esos finales que te dejan pegado a la silla, debo reconocer que por momentos me he aburrido y se me ha hecho larga un algunos ratos. Quizás media hora de metraje menos le habría hecho un favor o quizás no reincidir tanto en sus motivaciones profesionales en todo el acto central, ya que ralentiza una trama que se beneficia de esa tensión sostenida que va in crescendo y que notas que no tardará mucho en estallar. Aún así, y aunque pueda parecer lo contrario por mis apreciaciones, me parece una buena película y una portentosa interpretación de Rebecca Hall.


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