miércoles, 9 de noviembre de 2011

Festival Mar del Plata 2011: 1ª parte

por Raúl V.



Aquí va la crónica de las tres primeras películas latinas vistas en el festival:

GRABA (Sergio Mazza, Argentina, 2011)



Graba es una de las películas argentinas que compite por el premio más importante del festival. Es el tercer largometraje de Sergio Mazza (El amarillo, 2006; Gallero, 2008). Hablada en francés en su mayor parte, cuenta la historia de María (Belén Blanco), una chica argentina que trata de conseguir un permiso de trabajo en París. Desesperada por encontrar un lugar donde vivir, María le alquila una habitación a Jérome (Antoine Raux) que acaba de separarse de su mujer. La perdida del trabajo de María impide que pueda seguir pagándole a Jérome los 500 euros mensuales, haciendo que ella dependa aún más de Jérome. Mazza no logra salirse de la anécdota conocida de los problemas que tienen los inmigrantes en un país europeo, por suerte evita que la maldad se corporice en un personaje (que bien podría haber sido el del patrón que despide a María), sino que está en las leyes inmigratorias europeas. Pero esto no impide que nos quede la sensación de que la historia podría haber dado para más de lo que termina dando.

EL LUGAR MÁS PEQUEÑO (Tatiana Huezo Sánchez, México, 2011)



El lugar más pequeño es el primer largometraje de Tatiana Huezo Sánchez. Nacida en San Salvador pero criada en México desde los 4 años, su documental cuenta la historia de la ciudad de Cinquera (de donde es su abuela materna) durante la guerra civil salvadoreña de 1980/1992. La película no muestra a las personas dando su testimonio a cámara, sino que este es mostrado mientras ellos realizan sus actividades cotidianas o visitando los lugares donde se produjeron los hechos que se cuentan. A lo largo del filme se va mostrando como fue cambiando el pensamiento de los habitantes de Cinquera. Se pasa de preguntarse “qué harían sin los ricos, que les dan trabajo, aunque les paguen poco” hasta que de a poco y cada vez más los habitantes van tomando conciencia de las necesidades de una revolución frente a los que todavía no la tienen, los “dormidos”. Mucho de los testimonios son de personas que eran niños o adolescentes en esa época y es conmovedor escuchar esos puntos de vistas, de como sus hermanos mayores o padres fueron a la guerra y murieron, de como fue arrasado el pueblo entero por las bombas, etc. Una película necesaria y conmovedora, de la que se puede criticar solamente la duración, que podría ser un poco menor.

PORFIRIO (Alejandro Landes, Colombia, 2011)



En la sección latinoamericana compite la película Porfirio. Este largometraje es una ficción pero está basado en la historia real de Porfirio Ramírez Aldana, un paralítico que para exigirle al estado una indemnización, se sube a un avión con dos granadas ocultas en su pañal de adultos. Lo más interesante de la película de Alejandro Landes (nacido en Brasil, director de la película Cocalero) es que está protagonizado por el mimo Porfirio Ramírez (mientras se encuentra en libertad provisional). Hasta la mitad de la película se muestra la vida cotidiana de Porfirio, sus problemas con la discapacidad que padece, el negocio que tiene alquilando un teléfono celular como si fuera un teléfono público (que incluye las llamadas gratis que da “por emergencia”), la relación con su hijo y con una novia mucho más joven que él. Y también su intento “por vía normal” de conseguir en un organismo del estado la indemnización que le pertenece. No deja de ser llamativo que en ese organismo del estado no haya una rampa para discapacitados y que Porfirio tenga que “tirarle piedritas al vidrio” para que sepan que está ahí. Recién por la mitad de la película Porfirio empieza a planificar el secuestro del avión, y en los minutos finales, mediante una canción muy emocionante, casi rapeada, cantada por el mismo Porfirio y escrita por él junto al director, se cuenta cuales fueron los detalles y consecuencias de ese secuestro. Seguramente este será uno de los grandes finales del festival. Una película sumamente interesante, a la que se le podría criticar (al igual que “El lugar más pequeño”) su excesiva duración, sobretodo en la segunda parte.

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